QUISE SER LA DIOSA QUE CAUTIVA
Desde el bruñido bronce de tu cara
y el hondo gesto de tu altiva frente
me miraste y sentí una llamarada
que nacía en tus ojos envolvente.
Había en ella una inquietud curiosa,
llena de rebelión y de desvelos
como esperando que una joven diosa
cayera a tus pies desde los cielos.
Y quise ser la diosa que cautiva
y ser también la sierva enamorada
y sentirme a tu lado, sensitiva,
Para amarte y estar atormentada
y apaciguar mis ojos en tu vida,
en tu mirada triste y desolada.
domingo, 4 de abril de 2010
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