A PABLO NERUDA
(a mi amigo Pablo Neruda)
Día a día cuando la sangre zarpa
del corazón –su puerto- desatada,
avanza entre la espuma, lastimada
en mi carne morena. Como un arpa
amarilla de luz, el sol que asoma
hunde sus rayos cada vez que vivo
y cada vez mis sueños fugitivo
asciende más tu vuelo hasta la loma.
Y hacia un rincón del alma sola y mía
me voy intimidando de agonía
con un llanto que afrenta mis mejillas,
Con humo y con ceniza entre mis huesos;
por ti, Pablo Neruda y los anhelos,
cayendo hasta la muerte de rodillas.